La campaña 2025 en el marco Montilla-Moriles está marcada por un ataque excepcional de mildiu que, junto con episodios de calor extremo, ha reducido de forma drástica la cosecha. Las estimaciones publicadas durante la vendimia sitúan la caída de producción en torno al 50 % respecto a 2024; el Consejo Regulador llegó a cifrar en > 21 millones de kilos la pérdida potencial de uva por el hongo, y las pérdidas económicas en la zona se mueven entre 15 y 20 millones de euros, según el balance de las organizaciones agrarias. Todo ello está generando tensiones inmediatas en liquidez de viticultores, planificación de lagares y criaderas y disponibilidad de vinos jóvenes de la vendimia 2025, con efectos que se extenderán al mercado de 2026.
1) Qué ha ocurrido en campo y por qué ha sido tan severo
Una primavera húmeda favoreció las infecciones primarias de Plasmopara viticola (regla de “los tres dieces”: T>10 °C, lluvia >10 mm y brote de 10–15 cm), a lo que siguieron olas de calor que aceleraron defoliaciones y secado de racimos ya infectados. Esa secuencia (humedad → infección → calor) explica la merma histórica de kilos y la condición de “vendimia más baja en décadas” de la que han alertado medios y sector.
Magnitud del daño.
- Producción: previsión de –50 % respecto a la campaña anterior; vendimia al 40 % a finales de agosto con el mismo recorte.
- Pérdidas en kilos: el Consejo Regulador estimó > 21 M kg de uva perdidos por mildiu.
- Daño económico estimado: horquilla 15–20 M € en el marco.
Llamamientos a medidas. Mancomunidad, ayuntamientos, cooperativas, bodegas y OOPP han reclamado ayudas directas, mejora de agroseguros y líneas de liquidez para evitar arranques y cierres. La Junta ha anunciado refuerzo del seguro agrario ante el episodio.
2) Efectos agronómicos y enológico-tecnológicos
En la planta y el racimo. El mildiu primario en hoja reduce superficie fotosintética; los ataques en inflorescencias y racimos provocan corrimiento y secan bayas (“grano de pimienta”), con caída de racimos o rendimientos netamente inferiores. En parcelas donde la infección coincidió con floración-cuajado, la merma ha sido extrema.
En la composición de la uva. En viñedos afectados, la defoliación puede traducirse en menor grado probable (azúcar) y más acidez málica, obligando a decisiones de vendimia muy finas para no comprometer el equilibrio del mosto.
En vinos base de Montilla-Moriles. La uva Pedro Ximénez (PX), dominante en la D.O.P., permite que muchos vinos generosos alcancen ~15 % vol de forma natural, sin encabezado, gracias a su alta concentración de azúcares; en campañas con menor madurez media, esa ventaja histórica se tensiona en parte de los mostos base, forzando a bodegas a seleccionar con mayor dureza o a replantear cupajes para respetar estilos tradicionales.
3) Impacto en cada eslabón de la cadena
3.1. Viticultores
- Ingresos: el recorte de kilos y el coste extra en tratamientos (más pases, más mano de obra) ahoga la rentabilidad. Las peticiones de ayuda buscan evitar arranques y pérdidas de tejido productivo.
- Liquidez: la caída de cosecha coincide con anticipos de campaña y gastos ya incurridos (materias activas, gasóleo), elevando la tensión financiera a corto plazo.
3.2. Bodegas y cooperativas
- Plan de molturación: ventanas de vendimia adelantadas en parcelas defoliadas y logística más cara por menor volumen y necesidad de clasificar más.
- Criaderas/soleras: menos “vino nuevo” que alimentar en crianzas biológicas y oxidativas; obligación de ralentizar sacas o reordenar escalas para preservar estilos.
- Mercado a granel y vinos jóvenes 2025: previsión de tensiones de oferta en 2026 para blancos jóvenes y finos en rama; los vinos de solera amortiguan el impacto, pero entra menos base al sistema.
3.3. Consumidores y mercado
- Disponibilidad: menos vino joven 2025 y menor oferta PX de vendimia para dulces naturales.
- Precios: probables ajustes al alza en referencias con escasez de base; el valor añadido (embotellado de bodega, marcas con fidelidad) amortigua la volatilidad.
- Calidad: donde se ha podido seleccionar uva sana, la calidad no tiene por qué resentirse; el problema es cuantitativo (kilos), no necesariamente cualitativo, como han destacado fuentes del propio Consejo, incluso indicando una calidad extraordinaria de la uva cosechada.
4) Gestión técnica: qué está funcionando (y qué aprender para 2026)
- Sistemas de alerta y calendario de intervención
- Ajustar primarios con modelos fenológicos locales y aprovechar ventanas de aplicación tras lluvias.
- Mezclas con acción preventiva y antiesporulante; evitar encadenar tratamientos con el mismo código FRAC (Comité de Acción contra la Resistencia a Fungicidas) para reducir riesgo de resistencias.
- Arquitectura de copa y ventilación
- Poda y deshojados que mejoren aireación en racimos, especialmente en viñas vigorosas de albariza/albero.
- Higiene del viñedo
- Eliminación de focos, gestión de restos y control de rebrotes que actúan como puente entre ciclos.
- Selección en vendimia
- Triaje en campo y bodega para separar racimo afectado; evitar arrastre de podredumbres secundarias.
- Cobertura de riesgo y liquidez
- Revisión de coberturas de seguro ante episodios de mildiu severo y utilización de líneas de financiación cuando se activen (autonómicas/estatales).
5) Perspectiva de medio plazo para Montilla-Moriles
- Base productiva: la D.O.P. lleva años perdiendo superficie (≈ 4.000 ha actuales frente a decenas de miles hace décadas). Un shock como el de 2025 puede acelerar la salida de viticultores si no hay rentabilidad y relevo.
- Modelo de valor: reforzar embotellado de origen, enoturismo y segmentos premium para capturar margen y amortiguar campañas cortas.
- I+D y manejo: consolidar redes de alerta, ensayar estrategias de resiliencia (manejo de cubierta, portainjertos, ventilación de copa) y compartir protocolos entre lagares.